Acostumbrados a la costumbre

Que las eliminaciones mundialistas duelen, de eso de no hay dudas. Pero después de un tiempo prolongado de vivenciar eliminaciones, ese dolor se trasforma en costumbre. Terminamos por adoptar la costumbre del dolor y ya casi ni nos duele. Ya no gritamos de sufrimiento. No decimos “¡basta ya de padecer este dolor!”. Esta dolencia que sobrellevamos los argentinos en cada mundial desde el 90´ para acá, es, muchas veces autoprovocada o buscada o inevitable, ante la falta de autocrítica.

Revisemos los ecos testimoniales de esta reciente eliminación a manos de Alemania: “Respetamos las fuentes del futbol argentino”; “Les dimos ideas (al equipo alemán) después del primer gol”; “se marcó un camino”; “el resultado no es lo que pasó en la cancha”.
Si alguien vio a doña autocrítica Diríjase o llame inmediatamente a la oficina de la AFA. Está perdida desde hace más de 20 años en nuestro país, vestía ropas desgastadas y la boca cosida.

Cuando se defiende la identidad del fútbol argentino, ¿a qué se refieren? ¿Acaso existe verdaderamente una identidad o esas famosas fuentes o principios que citan los protagonistas? Si es así, cuéntenme cual es nuestro ADN futbolístico. Porque lo que nos fueron demostrando en los últimos tiempos, en cuanto a las elecciones de técnicos, no condice con lo enunciado. A no ser que Bilardo, Basile, Pasarella, Bielsa, Pekerman y Maradona comulguen una misma identidad futbolística.

Es muy común escuchar luego de la caída del equipo en los mundiales pedidos de reflexión dirigencial, autocrítica del cuerpo técnico, conclusiones periodísticas y muchas otras cuestiones que tienen por objetivo diagnosticar errores y a través de ello encontrar respuestas y soluciones. Pero, de todo esto, ¿se hace algo?, claro está que no. Por algo siempre el final es el mismo. Nos terminamos por acostumbrar.